Festival de Sitges 2018

Por Marcos Sastre




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Día 6

FUGA

Soso drama psicológico procedente de Polonia. Además de competir en la sección oficial del festival, este film ganó el importante premio Mèliés de Plata a la mejor película y también estuvo presente en la pasada edición de Cannes.

Fuga cuenta la sugerente historia de una mujer amnésica, su nulo interés por querer recuperar la memoria, y cómo intenta vivir con la que siempre ha sido tu familia pero que, por las circunstancias, cada miembro le resulta totalmente desconocido. La realización de Agnieszka Smoczynska no cae en el tremendismo con una trama que podía dar para ello perfectamente, la narración es muy limpia y pulcra, pero me parece plana al mismo tiempo. No hay muchos elementos que apenas despierten el interés ni resulten memorables.

Destaco, por otro lado, la gran labor de fotografía de Jakub Kijowski, quien crea una desoladora atmósfera llena de colores apagados y áridos. Fuga es una película con un irreprochable apartado técnico y que se deja ver sin problema, pero se olvida a los dos días de su visionado.


NANCY

Buen debut de la cortometrajista Christina Choe en el largometraje. Tenía especial curiosidad por esta película independiente, pues se llevó en la anterior edición del reputado Sundance un galardón tan relevante como el de mejor guion.

El drama psicológico Nancy tiene un argumento que, en las manos equivocadas, podría haber sido un auténtico culebrón, con ausencia de credibilidad y hasta personajes repelentes. Choe demuestra que es una autora inteligente y que ha sabido tratar la historia con sutileza, sin histrionismos ni cayendo en tópicos que solo hubieran enfangado la película. Tiene, además, un componente que le hace ganar mucho, y es la magnífica interpretación de Andrea Riseborough en un complejo papel protagonista. Tanto aquí como en otras películas como Mandy o Cocodrilo, el episodio de la cuarta temporada de Black Mirror, Riseborough me parece imponente y magnética solo ya por su presencia. No es en absoluto descabellado, por ello, que recibiera en Sitges el premio a mejor actriz por esta película.

El ritmo tranquilo y pausado de Nancy puede que no agrade a todos los espectadores, pero no llega a aburrir en ningún momento y su duración inferior a la hora y media ayuda también.


THE HOUSE THAT JACK BUILT

No podía faltar en la sección oficial del festival (fuera de concurso, eso sí) la nueva y, como no podía ser de otra manera, polémica obra de uno de los directores europeos más importantes de las últimas dos décadas, el señor von Trier.

El impresionante revuelo que generó en Cannes, con supuestas masas de gente marchándose de la proyección antes de que finalizase, o los epítetos que le dedicaban algunas críticas (desde “vomitiva” a “tóxica”, pasando por frases como “desagradable hasta lo abyecto”), hicieron de The House that Jack Built una de las películas con más expectativas de Sitges. Eso sí, después de las demoledoras Rompiendo las olas, Bailar en la oscuridad, o la violentísima Anticristo, ¿qué demonios esperaban encontrar los espectadores de Cannes en una película sobre un asesino en serie dirigida por Lars von Trier?

Reflexiones y posibles incongruencias aparte, lo cierto es que The House that Jack Built gustó y mucho en los pases que se hicieron en Sitges. Y cuando la vi, quedó bien claro que es una película mucho más adecuada para este festival que para Cannes. No es la primera vez que von Trier hace uso de la ironía, pero no recuerdo que anteriormente lo hiciera con un humor de una negrura y una bestialidad tan vasta como inclemente. Su corrección política no es que sea inexistente, es que directamente se la pasa por el forro una y otra vez, y eso convierte probablemente a The House that Jack Built en una de las comedias negras más sádicas y brutales que se han hecho nunca.

Matt Dillon realiza, con toda seguridad, una de las mejores interpretaciones de su carrera, y el personaje de Jack está tan bien construido (nunca mejor dicho) que es inevitable que le sigamos y estemos con él a lo largo de toda la historia, a pesar de las tremendas barbaridades que comete. No falta reflexión por parte de von Trier sobre, por ejemplo, él mismo o el arte de la creación cinematográfica, pero ésta puede resultar una de las películas con menos contenido de toda su filmografía. Igualmente, no creo que su duración de dos horas y media fuesen necesarias, pero tiene el mérito de no caer en la monotonía o el aburrimiento, algo que podría haber sido muy fácil.

Queda también muy patente, por un lado, y diría que casi a partes iguales, el enorme egocentrismo del director y, por otro, una fuerte e irónica autocrítica en el tercio final del film. The House that Jack Built está lejos de ser lo mejor de von Trier, pero su absoluta falta de escrúpulos la convierten, en cierto modo, en algo irresistible. Y, por supuesto, no puedo finalizar mi crítica sin nombrar la aparición del gran Bruno Ganz, ese particular Virgilio, en uno de sus últimos papeles antes de fallecer.


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