Francis Lawrence, que ya nos había sorprendido con la dirección de “Soy Leyenda” y “Constantine”, cambia de registro y nos sorprende con una muy emotiva cinta. En su reparto, nos encontramos con el célebre “Robert Pattison”, conocido por interpretar al vampiro Edward Cullen en la saga “Crepúsculo”. Su actuación es bastante aceptable, aunque destaca el “malo” de la película; el personaje de August, un malvado hombre que maltrata a los animales e incluso a su propia esposa, está perfectamente representado. Como trasfondo de esta bonita historia, nos situamos en la Gran Depresión en los Estados Unidos; tras el notorio “crack del ‘29”, en 1931, la ley seca está presente, y hay pocas alternativas que satisfagan el ocio de la gente de aquella época. Los espectáculos circenses en aquella época estaban precedidos por números eróticos, y eso en aquella época, y más si hablamos de la América profunda, era algo que despertaba mucho interés. En cuanto a la temática presente en esta película, nos encontramos con varios aspectos a destacar. En primer lugar, somos partícipes del hecho de que la valía de los empleados que trabajaban en el aparentemente cautivador show del circo era prácticamente nula, y los que tenían el poder despedía a los trabajadores lanzándolos desde el tren, sin escrúpulos. Ante todo, por supuesto, está el tema del maltrato hacia los animales, en este sentido, nos mueven, quizás casi a punto de llorar, esas imágenes que demuestran un desprecio total hacia los indefensos animales, que son forzados a divertir al público cuando realmente tendrían que ser felices en sus respectivos hábitats naturales. Con un final cautivador, una extraordinaria música de James Newton Howard (“El Incidente”, “Soy Leyenda”…), nos llevamos una enseñanza: que, en ocasiones, los animales, son capaces de mostrar un comportamiento más ejemplar que nosotros, y llegan a querer a quien les trata bien, más incluso que a los de su misma especie.
tallero
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Francis Lawrence, que ya nos había sorprendido con la dirección de “Soy Leyenda” y “Constantine”, cambia de registro y nos sorprende con una muy emotiva cinta. En su reparto, nos encontramos con el célebre “Robert Pattison”, conocido por interpretar al vampiro Edward Cullen en la saga “Crepúsculo”. Su actuación es bastante aceptable, aunque destaca el “malo” de la película; el personaje de August, un malvado hombre que maltrata a los animales e incluso a su propia esposa, está perfectamente representado. Como trasfondo de esta bonita historia, nos situamos en la Gran Depresión en los Estados Unidos; tras el notorio “crack del ‘29”, en 1931, la ley seca está presente, y hay pocas alternativas que satisfagan el ocio de la gente de aquella época. Los espectáculos circenses en aquella época estaban precedidos por números eróticos, y eso en aquella época, y más si hablamos de la América profunda, era algo que despertaba mucho interés. En cuanto a la temática presente en esta película, nos encontramos con varios aspectos a destacar. En primer lugar, somos partícipes del hecho de que la valía de los empleados que trabajaban en el aparentemente cautivador show del circo era prácticamente nula, y los que tenían el poder despedía a los trabajadores lanzándolos desde el tren, sin escrúpulos. Ante todo, por supuesto, está el tema del maltrato hacia los animales, en este sentido, nos mueven, quizás casi a punto de llorar, esas imágenes que demuestran un desprecio total hacia los indefensos animales, que son forzados a divertir al público cuando realmente tendrían que ser felices en sus respectivos hábitats naturales. Con un final cautivador, una extraordinaria música de James Newton Howard (“El Incidente”, “Soy Leyenda”…), nos llevamos una enseñanza: que, en ocasiones, los animales, son capaces de mostrar un comportamiento más ejemplar que nosotros, y llegan a querer a quien les trata bien, más incluso que a los de su misma especie.
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